VIVES EN LA SOMBRA -reflexión.

Vives en la sombra… no en la piel del río.
En el astro revestido de cristal que refleja la luz que no conoce el centro.

Entonces es una mancha la sonrisa
que engaña de voz sin atino.
Creciste en el gesto,
en la amplitud del abrazo y el cinismo.
Y no te percataste que en el movimiento perdiste la luz.
Ahora tapas la Osa Mayor con la sombra de tus pensamientos.
Llámala: “lamento”, a la oportunidad.
-Hematoma en la garganta,
libro sordo.
¿Grito?
Peligra la integridad de la mirada
cuando son de autocompasión los ojos.
¡Suelta la guitarra! Si ya no la escuchas.

Si se equivocara un meteorito en el recorrido de su órbita
como te equivocaste aquella tarde…Qué sería de la tierra…

Y al perdón déjaselo a Júpiter
que en su vanidad ha rozado a Saturno y le ha herido un río, una quebrada de cuatro mil kilómetros.

A ver cuánto alcanza tu amor por la humanidad.
(¡Yo soy la humanidad para ti, y él, y él también… y aquel!)
Menos mal que no eres el sol
porque en tu cerrazón y convencimiento y con la costumbre desesperada del contacto
te asomarías demasiado a la tierra y no tendrías vergüenza ni siquiera
para no disculparte aunque sólo sea de las cenizas.

Cuándo aprenderás que los zapatos rotos no son suficientes para ser voz de la pobreza
y el humor con efecto retardado será siempre encantador…
… para los fermentos.

Cuidado amigo, con la sombra que se mueve en el agua y con la que antecede tu cuerpo;
que no se le ocurra nunca la venganza.
Eres lo más peligroso que existe para tu vida, y lo sabes.

Otra vez con la guitarra y la sonrisa torcida
deformando el criterio cuando te haces el bebé entre las madres, el macho entre las hembras, el perro entre los amos, el amo entre los negros y siempre entre la sombra y el olvido: eres el experto.
¿No te cansas de cansarte?
¿No te aburres de aburrirte?


La fuerza proviene del vientre y el vientre es la personalidad y el sexo.
Pregúntale a Inés -ella sabe- qué tenía la última vez que se miró la sombra.

Una y otra vez y de todas las texturas has vestido las justificaciones del sueño y te muerdes las uñas…
y en los extremos de las uñas estás Tú. Bien justificadito y mordido.

El tiempo es vida, siempre y cuando lo pases por la máquina pica carne.
Sino, es únicamente una bolsa de maquillaje: minutos por un lado, segundo e instantes;
momentos y etiquetas que se convierten en horas y tu “vida” se mete dentro de los aparatitos digitales que se van quedando sin pilas.
¡Como la vida de un muerto… Igualita!

Hay nueve sombras, no más…y son varios los animales que se mueven entre ellas.
¿Qué del mudo, del sordo, del hambre, del muerto…? La pregunta es infinita. ¿Es que aún no lo sabes?

Está cruda la fuente de donde brotan los hombres; y todavía no te ves los pies, no los pasos.
Te en cuenta que se te acaban los libros, y luego las páginas blancas pasan a ser tu epitafio… ¿Tienes elegidas tus últimas palabras? ¿O serás un sorprendido más?

¿Un pircing? Sí, póntelo en el último grito.
Error afinado…
No había que ser armónico en la destrucción.

Eres apenas el último que ha llevado la profundidad a sus huellas; y ya no sales a practicar el vuelo, ni te acuerdas dónde has dejado las alas.

En la novena oscuridad, eres el último en la sombra.
Dentro de un cuerpo cerrado es mortal ser un hipócrita.
Vives en la sombra, no vez nada más…
en el río están los peces,
sobre la piel del río.