Cine Mental
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Cine Mental
Hola,
les dejo algo que ya tiene rato que escribi. Si no va aca, espero que alguien lo mueva a donde debe ir. Gracias.
les dejo algo que ya tiene rato que escribi. Si no va aca, espero que alguien lo mueva a donde debe ir. Gracias.
-Cine Mental-
Me subo en el camión, me siento. El panorama: desolador. De pronto se sube algo interesante, debe de ser 10 años más joven que yo, pero no importa, tiene algo que llama mi atención. Se para junto a mí: usa lentes y lo más seguro es que vaya en preparatoria.
De repente se recarga un poco hacía donde estoy y siento ese escalofrío, mi cine mental comienza a funcionar, ya no hay marcha atrás: empiezo a fantasear con él y lo haré mientras este parado junto a mí.
Una vez que se baje, mi cine mental regresará a su cauce normal -como el río de ideas que es- y volveré a mi masturbación mental con mí adorada fantasía de toda la vida: 1.80m de estatura, piel de alabastro, tatuaje en lugar estrategico, esa voz hermosa -que atormenta al igual que encanta- y esos profundos ojos verdes, pero sobre todo esa deliciosa inteligencia maliciosa que me encanta.
Pero él sigue ahí y hay que aprovechar el viaje, hacer que valgan la pena los 4 pesos de pasaje y el haberme formado -esperando más tiempo en la fila- para alcanzar un asiento en el camión: entonces comienzo a imaginar un escenario.
Todo es comenzar a quitarle la ropa, primero esa chamarra, después la camiseta, el pantalón y la truza. Después, lentamente y con algo de morbosidad los lentes, sostenerle la mirada y decirle con ella: esto es sólo el comienzo...
Una vez teniendolo así dar sólo el leve empujoncito hacia mí cama, a estas alturas ya esta paralizado con una mezcla de miedo, expectativa e inocencia y por ello es como barro listo en mis manos y mi mente para ser lo que yo quiera moldear con él.
Ya tendido en mi cama, recorrer lentamente con mi lengua su vientre, su pecho, besar lentamente su cuello, tocar con mis manos todo su cuerpo, sentir esa piel firme y virgen -porque es un hecho que las niñas de su edad no lo hacen de esta manera, ellas traen otra cosa en mente y actuan diferente- y hacer con él lo que se me antoje.
Esto se convertirá en un patrón como el papel tapiz viejo de algún departamento de los años 50, se repetirá hasta que ya no tenga nada que enseñarle, hasta que haga las cosas tal y como yo quiero y me gusta, entonces lo dejaré ir.
Las despedidas no son buenas: llorará cuando le diga que no podemos seguir así, besaré lenta y calidamente su boca, probando el sabor de sus lagrimas y le diré adiós, no sin antes decirle que atesore lo que yo le enseñé, porque le será de gran utilidad en la vida.
Pero entonces el camión se acerca a una parada, él se aleja de donde estoy yo y se baja ahí. Mí cine mental se detiene, una sonrisa de satisfacción invade mi cara: después de todo, mi capacidad de imaginar sigue en buen estado...
De repente se recarga un poco hacía donde estoy y siento ese escalofrío, mi cine mental comienza a funcionar, ya no hay marcha atrás: empiezo a fantasear con él y lo haré mientras este parado junto a mí.
Una vez que se baje, mi cine mental regresará a su cauce normal -como el río de ideas que es- y volveré a mi masturbación mental con mí adorada fantasía de toda la vida: 1.80m de estatura, piel de alabastro, tatuaje en lugar estrategico, esa voz hermosa -que atormenta al igual que encanta- y esos profundos ojos verdes, pero sobre todo esa deliciosa inteligencia maliciosa que me encanta.
Pero él sigue ahí y hay que aprovechar el viaje, hacer que valgan la pena los 4 pesos de pasaje y el haberme formado -esperando más tiempo en la fila- para alcanzar un asiento en el camión: entonces comienzo a imaginar un escenario.
Todo es comenzar a quitarle la ropa, primero esa chamarra, después la camiseta, el pantalón y la truza. Después, lentamente y con algo de morbosidad los lentes, sostenerle la mirada y decirle con ella: esto es sólo el comienzo...
Una vez teniendolo así dar sólo el leve empujoncito hacia mí cama, a estas alturas ya esta paralizado con una mezcla de miedo, expectativa e inocencia y por ello es como barro listo en mis manos y mi mente para ser lo que yo quiera moldear con él.
Ya tendido en mi cama, recorrer lentamente con mi lengua su vientre, su pecho, besar lentamente su cuello, tocar con mis manos todo su cuerpo, sentir esa piel firme y virgen -porque es un hecho que las niñas de su edad no lo hacen de esta manera, ellas traen otra cosa en mente y actuan diferente- y hacer con él lo que se me antoje.
Esto se convertirá en un patrón como el papel tapiz viejo de algún departamento de los años 50, se repetirá hasta que ya no tenga nada que enseñarle, hasta que haga las cosas tal y como yo quiero y me gusta, entonces lo dejaré ir.
Las despedidas no son buenas: llorará cuando le diga que no podemos seguir así, besaré lenta y calidamente su boca, probando el sabor de sus lagrimas y le diré adiós, no sin antes decirle que atesore lo que yo le enseñé, porque le será de gran utilidad en la vida.
Pero entonces el camión se acerca a una parada, él se aleja de donde estoy yo y se baja ahí. Mí cine mental se detiene, una sonrisa de satisfacción invade mi cara: después de todo, mi capacidad de imaginar sigue en buen estado...
angela- Homero
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