Historias de Belleville: Arrullos de Esqueletos (Parte 1)
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Historias de Belleville: Arrullos de Esqueletos (Parte 1)
Otro de mis fics... este es nuevo ^^
Historias de Belleville: Arrullos de esqueletos.
Surgida de una mente retorcida, de sueños confusos, de inspiraciones lejanas y murmullos en mi oído que evitan que detenga…esto.
Que la historia se defienda sola.
PRIMERA PARTE
Sótanos y encierros.
1
Hacia seis meses que el sol no había aparecido en el cielo de villa bonita. Todos los días, desde entonces la ciudad se había visto cubierta por una espesa capa de niebla, que de vez en cuando encontraba divertido bajar al suelo. Las estrellas se encontraban de vacaciones y lo único que iluminaba las noches era una luna opaca o la luz brillante de uno o varios aviones que sobrevolaban el perímetro desde el atentado al ayuntamiento hacia poco más de seis meses.
Desde entonces, no se escuchaban los cantos de las aves ni los ladridos cómplices de los perros, a decir verdad, no se escuchaba mucho por esos días. Los animales parecían estar invernando.
En años anteriores, la ciudad era un verdadero paraíso, con el sol resplandeciente en el cielo, con el viento ondeando las hojas de los verdes árboles llenos de flores o frutos frescos y con los animales retozando libremente. La ciudad siempre estaba llena de rebosantes niños jugando en los jardines, con música ambientando cada rincón y con adultos y adolescentes disfrutando al máximo del verano. Pareciera que un halo de prosperidad y vida envolvía la ciudad con gotas de colores rozagantes.
Pero ese año había sido completamente distinto. La mayoría de los habitantes de villa bonita habían decidido pasar sus vacaciones lo mas alejados posibles de la ciudad. Pero los que se habían quedado, solo hablaban de tres cosas; se preguntaban cuando el cielo desbordaría (de una vez por todas) aquella rabia que había acumulado a lo largo de seis meses, hablaban acerca de los tanques de guerra que desfilaban al medio día o comentaban con una fría taza de café quien había muerto esa mañana.
En el departamento de policía se encontraban con el doble de trabajo, puesto que el índice de accidentes viales había incrementado en un cuarenta y siete por ciento, de accidentes laborales y caseros en un treinta y el de suicidios en un setenta. En seis meses habían desaparecido decenas de niños y ancianos, habían ocurrido abortos espontáneos en mayor cantidad que nacimientos exitosos; y, curiosamente, desde hacia seis meses no se había registrado ni una sola agresión y mucho menos un asesinato.
Los cementerios estaban llenos y habían comenzado a cobrarse impuestos por cada muerte, se sugería a las personas cremar a sus familiares, pero los habitantes se rehusaban a cumplir los mandatos de su ineficiente gobierno.
Corría el rumor de que el dinero recaudado no iba a ser incluido dentro del presupuesto militar o para el arreglo del ayuntamiento e indemnización de las victimas del atentado. Las malas lenguas se encargaban de transmitir la noticia de que sus impuestos iban a ir a parar a la casa de campo del alcalde.
“¿casa de campo? ¿Pues a que esta jugando? ¿Qué no ve la situación?“ Preguntaban las personas indignadas. Ya ni morir en paz se podía en villa bonita.
Otras cuantas personas, aquellas menos inocentes, sabían que la casa de campo en realidad no era más que los gastos de universidad de una persona. Un muchacho que había nacido en época de elecciones hacia 18 años y del cual la esposa del alcalde “no sabia nada”. Si, si el alcalde tenía casi 20 años al mando… en algunos lugares la democracia tarda más en llegar.
Aquel muchacho o “casa de campo” tenía un especial encanto para atraer a las personas, no por su personalidad ni por talento, si no por su increíble parecido con el alcalde de la ciudad. El muchacho se llamaba Frank, aunque todo el mundo lo conocía como “el bastardo hijo de Linda, la obrera oportunista que enredo al alcalde y que nos hace perder nuestro dinero”. Frank era una desgracia en la ciudad, quizás por eso nunca salía de casa, no quería convertirse en la primera victima de asesinato.
El marco de referencia para nuestra historia ya esta pautado, Villa bonita estaba encerrada en una burbuja de niebla, frió y muerte; pero la gente se mantenía mas preocupada por el destino de su dinero, por hacer miserable a un pobre muchacho inocente y por aparentar que todo estaba perfectamente bien antes de preguntarse que estaba sucediendo realmente.
Solo aquellos que habían tenido una perdida, o que habían sentido en carne propia el rechazo o el murmullo a media noche de skeleton al oído, sabían que villa bonita se estaba hundiendo en un infierno inevitable que absorbía minuto a minuto sus espíritus, si no es que, el llamado infierno en realidad fuera la ciudad misma.
Historias de Belleville: Arrullos de esqueletos.
Surgida de una mente retorcida, de sueños confusos, de inspiraciones lejanas y murmullos en mi oído que evitan que detenga…esto.
Que la historia se defienda sola.
PRIMERA PARTE
Sótanos y encierros.
1
Hacia seis meses que el sol no había aparecido en el cielo de villa bonita. Todos los días, desde entonces la ciudad se había visto cubierta por una espesa capa de niebla, que de vez en cuando encontraba divertido bajar al suelo. Las estrellas se encontraban de vacaciones y lo único que iluminaba las noches era una luna opaca o la luz brillante de uno o varios aviones que sobrevolaban el perímetro desde el atentado al ayuntamiento hacia poco más de seis meses.
Desde entonces, no se escuchaban los cantos de las aves ni los ladridos cómplices de los perros, a decir verdad, no se escuchaba mucho por esos días. Los animales parecían estar invernando.
En años anteriores, la ciudad era un verdadero paraíso, con el sol resplandeciente en el cielo, con el viento ondeando las hojas de los verdes árboles llenos de flores o frutos frescos y con los animales retozando libremente. La ciudad siempre estaba llena de rebosantes niños jugando en los jardines, con música ambientando cada rincón y con adultos y adolescentes disfrutando al máximo del verano. Pareciera que un halo de prosperidad y vida envolvía la ciudad con gotas de colores rozagantes.
Pero ese año había sido completamente distinto. La mayoría de los habitantes de villa bonita habían decidido pasar sus vacaciones lo mas alejados posibles de la ciudad. Pero los que se habían quedado, solo hablaban de tres cosas; se preguntaban cuando el cielo desbordaría (de una vez por todas) aquella rabia que había acumulado a lo largo de seis meses, hablaban acerca de los tanques de guerra que desfilaban al medio día o comentaban con una fría taza de café quien había muerto esa mañana.
En el departamento de policía se encontraban con el doble de trabajo, puesto que el índice de accidentes viales había incrementado en un cuarenta y siete por ciento, de accidentes laborales y caseros en un treinta y el de suicidios en un setenta. En seis meses habían desaparecido decenas de niños y ancianos, habían ocurrido abortos espontáneos en mayor cantidad que nacimientos exitosos; y, curiosamente, desde hacia seis meses no se había registrado ni una sola agresión y mucho menos un asesinato.
Los cementerios estaban llenos y habían comenzado a cobrarse impuestos por cada muerte, se sugería a las personas cremar a sus familiares, pero los habitantes se rehusaban a cumplir los mandatos de su ineficiente gobierno.
Corría el rumor de que el dinero recaudado no iba a ser incluido dentro del presupuesto militar o para el arreglo del ayuntamiento e indemnización de las victimas del atentado. Las malas lenguas se encargaban de transmitir la noticia de que sus impuestos iban a ir a parar a la casa de campo del alcalde.
“¿casa de campo? ¿Pues a que esta jugando? ¿Qué no ve la situación?“ Preguntaban las personas indignadas. Ya ni morir en paz se podía en villa bonita.
Otras cuantas personas, aquellas menos inocentes, sabían que la casa de campo en realidad no era más que los gastos de universidad de una persona. Un muchacho que había nacido en época de elecciones hacia 18 años y del cual la esposa del alcalde “no sabia nada”. Si, si el alcalde tenía casi 20 años al mando… en algunos lugares la democracia tarda más en llegar.
Aquel muchacho o “casa de campo” tenía un especial encanto para atraer a las personas, no por su personalidad ni por talento, si no por su increíble parecido con el alcalde de la ciudad. El muchacho se llamaba Frank, aunque todo el mundo lo conocía como “el bastardo hijo de Linda, la obrera oportunista que enredo al alcalde y que nos hace perder nuestro dinero”. Frank era una desgracia en la ciudad, quizás por eso nunca salía de casa, no quería convertirse en la primera victima de asesinato.
El marco de referencia para nuestra historia ya esta pautado, Villa bonita estaba encerrada en una burbuja de niebla, frió y muerte; pero la gente se mantenía mas preocupada por el destino de su dinero, por hacer miserable a un pobre muchacho inocente y por aparentar que todo estaba perfectamente bien antes de preguntarse que estaba sucediendo realmente.
Solo aquellos que habían tenido una perdida, o que habían sentido en carne propia el rechazo o el murmullo a media noche de skeleton al oído, sabían que villa bonita se estaba hundiendo en un infierno inevitable que absorbía minuto a minuto sus espíritus, si no es que, el llamado infierno en realidad fuera la ciudad misma.
hey freya!
segun yo ya habia posteadoe ste
lo lei hace como dos dias o uno o no se cuantos
me enamore de tu forma de escribir es lo primero tuyo que leo y me gusta tu realismo... oh espero con ansias si esto tiene continuacin, o si solo es la descripcion de una ciudad maldita eso esta totalmente bien wow
bueno creo qwue no postee ante porque cunado estaba leyendo tu fic eran como als 3 de la mañana y tenia uqe dormir para volver a despertarme a las 5 y pues a mi s eme olvida el tiempo cuando leo y un hemisferio de mi cerebro ya estaba dormido
pero al leerlo me puse alerta aver que pasaba en villa bonita o.o
hah epero tu correo para agregarte y well cero que me despido!
so long...+.+
lo lei hace como dos dias o uno o no se cuantos
me enamore de tu forma de escribir es lo primero tuyo que leo y me gusta tu realismo... oh espero con ansias si esto tiene continuacin, o si solo es la descripcion de una ciudad maldita eso esta totalmente bien wow
bueno creo qwue no postee ante porque cunado estaba leyendo tu fic eran como als 3 de la mañana y tenia uqe dormir para volver a despertarme a las 5 y pues a mi s eme olvida el tiempo cuando leo y un hemisferio de mi cerebro ya estaba dormido
pero al leerlo me puse alerta aver que pasaba en villa bonita o.o
hah epero tu correo para agregarte y well cero que me despido!
so long...+.+
Milady- Julio Cortázar
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Fecha de inscripción : 30/04/2008
Re: Historias de Belleville: Arrullos de Esqueletos (Parte 1)
Se me habia olvidado que habia puesto el fic xD
gracias por tu comentario, me dio mucha risa eso de que se te duerme un hemisferio jaja
cuidate besos ^^
************************************************************************
2
“Frankie, nunca dejes que te afecte.” Le dijo su madre una vez hacia diez años en una conversación que lo marco de por vida.
En esa ocasión Frank había llegado llorando de la escuela, tenía un espantoso golpe en la cara del cual brotaba mas sangre de la que uno podría jurar tiene un niño de ocho años. Las extremidades las tenia llenas de raspones y moretones, y sus ropas, que hay que mencionar nunca estuvieron en buenas condiciones, (por ser de segunda mano) estaban desgarradas y llenas de lodo y sangre.
Sucedió que unos niños de la escuela se habían estado burlando de el toda la mañana y el niño había explotado iniciando una batalla campal en el patio de recreo de la escuela primaria “Anthony Thomas Iero” nombre del ególatra alcalde de la ciudad que no había podido aguantar las ganas de nombrar a media villa con su nombre. Tome en cuenta que el hotel, la secundaria, la biblioteca, el cementerio, el hospital y la penitenciaria Anthony Thomas Iero, serán escenarios importantes en el transcurso de nuestra historia.
Y volviendo a esta, en realidad los niños siempre se metían con Frank, era la rutina de siempre. Hasta los profesores lo tenían anotado en sus libretas; de nueve a once se interrumpían los estudios para torturar emocionalmente a Frank Pricolo.
Los compañeros del pequeño se reían porque sus ropas eran feas, por lo bajito que era, por lo enfermo que estaba siempre y porque no tenía papá. Los profesores no decían nada, muy en el fondo disfrutaban el martirio rutinario de ese pobre niño. Era un secreto a voces que la madre de Frank había tenido una aventura con el alcalde (mejor dicho el alcalde había tenido una aventura con ella, Linda se había enamorado perdidamente de el). Independientemente del amor que pudiera haber sentido aquella mujer por Anthony Iero, al pueblo no podía entrarle a la cabeza que una mujer que se atreviera a romper un matrimonio pudiera ser buena. Mucho menos su vástago.
Frank soportaba todo de una manera increíble, para el era natural ser rechazado, pero ese día la situación cambio radicalmente, la inmensa paciencia del pequeño Frank murió.
Estando en el recreo, intentando jugar tranquilamente con los demás niños (después de todo los infantes soportan mas de lo que creemos) alguien, el no recordaba quien, pero estaba casi seguro de que no había sido un niño, había empezado a graznar que el era tan enano y que estaba siempre enfermo porque su madre era una puta de mierda.
Frank no había entendido el significado de esa frase pero lo había enervado de tal forma que cerró los ojos y se abalanzo sobre la primera persona que se le puso en frente sin detenerse a pensar en ello. ¡Era su primera pelea! ¿Quién se detiene a pensar en esas situaciones?
Y bien, se preguntaran quien fue el pobre desafortunado de toparse en su camino, mmm…bueno, fue desafortunada. La pobre Mariella Lewis una niña un curso menor tuvo la grandiosa suerte de pasar por el camino del iracundo Frank justo en ese momento.
Mariella cayó al suelo con Frank encima de ella, que aun con los ojos cerrados tiro un golpe al aire que dio contra la nariz de la pobre niña que pego el grito más fuerte de su vida. Frank abrió los ojos un tanto preocupado ¿no había sido ese un grito demasiado agudo? Al ver a la niña en el suelo llorando con el rostro ensangrentado, Frank se asusto como nunca en la vida pero no tuvo tiempo de disculparse (o quitarse de encima de ella) porque un par de manos lo hicieron por el, para su desgracia no eran las de ningún profesor. Sus compañeros de clase, lo apartaron y tumbaron en el suelo y en pleno patio de recreo comenzaron a darle patadas, puñetazos, y hasta escupitajos.
Sonó la campana de regreso a clases y dejaron el cuerpecito de Frank tirado en medio de los columpios y resbaladillas, lleno de sangre y con la moral despedazada, ¿Quién diría que los niños podían ser tan violentos… verdad?
El pequeño se quedo inmóvil esperando que alguien llegara y lo ayudara, pero solo una sombra lo cubrió por un momento. No identifico quien o que era puesto que desapareció casi enseguida, dejando el eco de una risa burlona tras de el.
Como pudo Frank se levanto, entorno la vista y se dio cuenta de que estaba solo. En ningún momento un profesor salio a ayudarlo, pero noto como desde los salones lo miraban sacudiendo la cabeza, casi lamentando su suerte.
Enfadado y dolido, salio de la escuela por la reja que los niños mas grandes utilizaban para irse temprano a casa. Camino desubicado por un par de calles recibiendo miradas desaprobatorias de parte de cualquiera que se le pusiera en frente. ¿Por qué nadie lo ayudaba? ¿Qué no veían a un pobre niño golpeado y sufriendo? Quería darles lastima, quería hacerles creer que estaba a punto de morir, porque quizás así lo ayudarían, pero a nadie le importo. “¿Cómo la gente podía ser tan mala?” se preguntaba sin hallar respuestas. Nadie respondió a su pregunta hasta años después cuando don amor volvió a darle una paliza, esta vez en el corazón.
Finalmente Frankie llego a casa y su madre ahogo un grito de terror. Lo llevo hasta el baño y curo sus heridas mientras los abuelos preparaban una ducha caliente y un rico chocolate para que se le calmaran los nervios a su hija. Frank ya estaba tranquilo desde hacia mucho.
Linda lloro y vocifero indignada, llamo a la escuela y acuso al director de negligente y juro por todos los ángeles del cielo que no iba a permitir que los derechos de su hijo se vieran pisoteados de esa forma. Frank no quiso saber que le contestaron, ya que esa respuesta hizo llorar aun mas fuerte a su madre y el jamás volvió a la escuela.
Y eso lo hizo tan feliz, al menos hasta que la infancia se despidió de el.
“Frankie cariño, muchas veces la gente no acepta lo que somos” comenzó su madre, mientras se daba valor con esa humeante taza de chocolate. Pero Frank estaba sobre la cama, pensando en la pobre Mariella. El no había querido hacerle daño, había sucedido sin querer, se sentía tan culpable y eso dolía más que todos los golpes. “escúchame hijo…”
“no quiero volver, no me hagas volver.” Rogó el niño con los ojos muy abiertos. Unos idénticos a los de aquel hombre elegante que se dejaba ver en cada esquina acompañado por el logo del gobierno.
“no voy a hacerlo cariño, te prometo que no te van a volver a lastimar. Pero tienes que comprender que, el que los demás hablen de nosotros solo demuestra lo vacías que están sus vidas. Nunca cambies para agradarles, porque nunca los tendrás felices, solo se tu. Déjalos que digan lo que se les venga en gana, hazles ver que no te afecta lo que dicen porque son solo palabras, Frankie solo enfócate en ser feliz, que es lo único que importa y prométeme que jamás, jamás vas a volver a pelear, digan lo que digan. ”
“pero mamá…”
“promételo Frank, pase lo que pase, sea verdad o sea mentira… no vuelvas a pelear cariño…”
“¡mamá yo no quería pegarle! ¡Esa niña se atravesó y yo no la vi! solo… mamá no llores…”
“la gente siempre va a hablar, no les des mas razones para que te odien.” Linda le dio un beso en la frente, lo abrazo y lo arropo amorosamente. El niño no dijo más. Se quedo callado escuchando como las gotas de lluvia golpeaban suavemente la ventana de su habitación y así, finalmente se quedo dormido.
gracias por tu comentario, me dio mucha risa eso de que se te duerme un hemisferio jaja
cuidate besos ^^
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“Frankie, nunca dejes que te afecte.” Le dijo su madre una vez hacia diez años en una conversación que lo marco de por vida.
En esa ocasión Frank había llegado llorando de la escuela, tenía un espantoso golpe en la cara del cual brotaba mas sangre de la que uno podría jurar tiene un niño de ocho años. Las extremidades las tenia llenas de raspones y moretones, y sus ropas, que hay que mencionar nunca estuvieron en buenas condiciones, (por ser de segunda mano) estaban desgarradas y llenas de lodo y sangre.
Sucedió que unos niños de la escuela se habían estado burlando de el toda la mañana y el niño había explotado iniciando una batalla campal en el patio de recreo de la escuela primaria “Anthony Thomas Iero” nombre del ególatra alcalde de la ciudad que no había podido aguantar las ganas de nombrar a media villa con su nombre. Tome en cuenta que el hotel, la secundaria, la biblioteca, el cementerio, el hospital y la penitenciaria Anthony Thomas Iero, serán escenarios importantes en el transcurso de nuestra historia.
Y volviendo a esta, en realidad los niños siempre se metían con Frank, era la rutina de siempre. Hasta los profesores lo tenían anotado en sus libretas; de nueve a once se interrumpían los estudios para torturar emocionalmente a Frank Pricolo.
Los compañeros del pequeño se reían porque sus ropas eran feas, por lo bajito que era, por lo enfermo que estaba siempre y porque no tenía papá. Los profesores no decían nada, muy en el fondo disfrutaban el martirio rutinario de ese pobre niño. Era un secreto a voces que la madre de Frank había tenido una aventura con el alcalde (mejor dicho el alcalde había tenido una aventura con ella, Linda se había enamorado perdidamente de el). Independientemente del amor que pudiera haber sentido aquella mujer por Anthony Iero, al pueblo no podía entrarle a la cabeza que una mujer que se atreviera a romper un matrimonio pudiera ser buena. Mucho menos su vástago.
Frank soportaba todo de una manera increíble, para el era natural ser rechazado, pero ese día la situación cambio radicalmente, la inmensa paciencia del pequeño Frank murió.
Estando en el recreo, intentando jugar tranquilamente con los demás niños (después de todo los infantes soportan mas de lo que creemos) alguien, el no recordaba quien, pero estaba casi seguro de que no había sido un niño, había empezado a graznar que el era tan enano y que estaba siempre enfermo porque su madre era una puta de mierda.
Frank no había entendido el significado de esa frase pero lo había enervado de tal forma que cerró los ojos y se abalanzo sobre la primera persona que se le puso en frente sin detenerse a pensar en ello. ¡Era su primera pelea! ¿Quién se detiene a pensar en esas situaciones?
Y bien, se preguntaran quien fue el pobre desafortunado de toparse en su camino, mmm…bueno, fue desafortunada. La pobre Mariella Lewis una niña un curso menor tuvo la grandiosa suerte de pasar por el camino del iracundo Frank justo en ese momento.
Mariella cayó al suelo con Frank encima de ella, que aun con los ojos cerrados tiro un golpe al aire que dio contra la nariz de la pobre niña que pego el grito más fuerte de su vida. Frank abrió los ojos un tanto preocupado ¿no había sido ese un grito demasiado agudo? Al ver a la niña en el suelo llorando con el rostro ensangrentado, Frank se asusto como nunca en la vida pero no tuvo tiempo de disculparse (o quitarse de encima de ella) porque un par de manos lo hicieron por el, para su desgracia no eran las de ningún profesor. Sus compañeros de clase, lo apartaron y tumbaron en el suelo y en pleno patio de recreo comenzaron a darle patadas, puñetazos, y hasta escupitajos.
Sonó la campana de regreso a clases y dejaron el cuerpecito de Frank tirado en medio de los columpios y resbaladillas, lleno de sangre y con la moral despedazada, ¿Quién diría que los niños podían ser tan violentos… verdad?
El pequeño se quedo inmóvil esperando que alguien llegara y lo ayudara, pero solo una sombra lo cubrió por un momento. No identifico quien o que era puesto que desapareció casi enseguida, dejando el eco de una risa burlona tras de el.
Como pudo Frank se levanto, entorno la vista y se dio cuenta de que estaba solo. En ningún momento un profesor salio a ayudarlo, pero noto como desde los salones lo miraban sacudiendo la cabeza, casi lamentando su suerte.
Enfadado y dolido, salio de la escuela por la reja que los niños mas grandes utilizaban para irse temprano a casa. Camino desubicado por un par de calles recibiendo miradas desaprobatorias de parte de cualquiera que se le pusiera en frente. ¿Por qué nadie lo ayudaba? ¿Qué no veían a un pobre niño golpeado y sufriendo? Quería darles lastima, quería hacerles creer que estaba a punto de morir, porque quizás así lo ayudarían, pero a nadie le importo. “¿Cómo la gente podía ser tan mala?” se preguntaba sin hallar respuestas. Nadie respondió a su pregunta hasta años después cuando don amor volvió a darle una paliza, esta vez en el corazón.
Finalmente Frankie llego a casa y su madre ahogo un grito de terror. Lo llevo hasta el baño y curo sus heridas mientras los abuelos preparaban una ducha caliente y un rico chocolate para que se le calmaran los nervios a su hija. Frank ya estaba tranquilo desde hacia mucho.
Linda lloro y vocifero indignada, llamo a la escuela y acuso al director de negligente y juro por todos los ángeles del cielo que no iba a permitir que los derechos de su hijo se vieran pisoteados de esa forma. Frank no quiso saber que le contestaron, ya que esa respuesta hizo llorar aun mas fuerte a su madre y el jamás volvió a la escuela.
Y eso lo hizo tan feliz, al menos hasta que la infancia se despidió de el.
“Frankie cariño, muchas veces la gente no acepta lo que somos” comenzó su madre, mientras se daba valor con esa humeante taza de chocolate. Pero Frank estaba sobre la cama, pensando en la pobre Mariella. El no había querido hacerle daño, había sucedido sin querer, se sentía tan culpable y eso dolía más que todos los golpes. “escúchame hijo…”
“no quiero volver, no me hagas volver.” Rogó el niño con los ojos muy abiertos. Unos idénticos a los de aquel hombre elegante que se dejaba ver en cada esquina acompañado por el logo del gobierno.
“no voy a hacerlo cariño, te prometo que no te van a volver a lastimar. Pero tienes que comprender que, el que los demás hablen de nosotros solo demuestra lo vacías que están sus vidas. Nunca cambies para agradarles, porque nunca los tendrás felices, solo se tu. Déjalos que digan lo que se les venga en gana, hazles ver que no te afecta lo que dicen porque son solo palabras, Frankie solo enfócate en ser feliz, que es lo único que importa y prométeme que jamás, jamás vas a volver a pelear, digan lo que digan. ”
“pero mamá…”
“promételo Frank, pase lo que pase, sea verdad o sea mentira… no vuelvas a pelear cariño…”
“¡mamá yo no quería pegarle! ¡Esa niña se atravesó y yo no la vi! solo… mamá no llores…”
“la gente siempre va a hablar, no les des mas razones para que te odien.” Linda le dio un beso en la frente, lo abrazo y lo arropo amorosamente. El niño no dijo más. Se quedo callado escuchando como las gotas de lluvia golpeaban suavemente la ventana de su habitación y así, finalmente se quedo dormido.
Re: Historias de Belleville: Arrullos de Esqueletos (Parte 1)
Frank había cumplido 18 años en octubre pero el seguía sintiéndose como un niño, a veces se miraba ante el espejo y se sentía tan torpe, tan iluso, tan asqueado de si mismo.
Seguía siendo bajito y ahora estaba más demacrado que nunca. Su cabello negro en ninguna ocasión había encontrado un sitio donde fijarse, siempre estaba de un lado a otro, pero de una manera increíble encontraba la forma de dejar su rostro libre. Su piel era tan tersa y fresca, aunque no faltaban alguna que otra cicatriz, sus labios eran cerezas y los ojos avellanas siempre estaban expectantes. Su cuerpo era delgado pero seguía creciendo y sus músculos empezaban a hacerse notar. Tenía una voz masculina y una risa infantil. Sus abuelos le habían dicho un si fin de veces que era muy atractivo, el solo reía, no les creía.
No tenia marco de referencia para considerarse de una forma u otra.
Su madre le había dicho mil veces que tenia que ser fuerte y mantener la frente en alto. La dignidad era lo más importante y no se podía darles el gusto a las personas de ver que la estábamos pasando mal. Eso al muchacho no le importaba mucho, ya que hiciera lo que hiciera cuando salía de casa las miradas indiscretas siempre lo seguían. No confiaba en la gente. Solo estaba esperando el momento para irse lejos, muy lejos de villa bonita.
Mientras eso sucedía, se confinaba en su habitación y se concentraba en mundos que solo el y su guitarra conocían. Era muy bueno tocando gracias a las enseñanzas de su abuelo y era una lastima que nadie escuchara lo que componía. Era una lastima que nadie conociera aquel muchacho dispuesto a vivir una vida apasionante.
Frank solo salía de noche, cuando nadie podía verlo, le divertía pensar que era como un vampiro. Prefería la noche, porque de este modo evitaba los rumores y las miradas impertinentes.
Conocía poca gente, pero afortunadamente esa poca gente era un grupo de muchachos que pensaban que el “estaba bien”. A ellos no les importaba quien fuera o que fuera lo que la ciudad dijera al respecto, y eso, simplemente los hacia perfectos ante sus ojos. Sus amigos (si es que podía llamarlos así) eran mayores que el, tenían sus propios problemas y encontraban, al igual que el, que villa bonita era una mierda. Aunque Frank no entendía sus razones.
Robert Bryar provenía de una de las familias más adineradas de la ciudad (acérrimos amigos del alcalde Iero). Mikey Way era la persona más inteligente, determinada y tenia tantos planes para cambiar la villa que fácilmente habría sustituido perfectamente el gabinete de gobierno. Gerard, hermano de Mikey, quizás no era tan inteligente, ni tan decido como su hermano. La mitad del pueblo lo consideraba solo un vago, pero era el vago con más suerte del mundo. De una forma u otra, todo le salía bien. Y Ray Toro era la persona más talentosa que Frank había conocido jamás. Pero además de eso, Ray era sensato. No era como el resto, que se contentaban con criticar la ciudad, con hablar de a quien se habían tirado esa semana o con fumar un porro en sumisión a sus “problemas”.
Ray era como el, entendía como era la vida del hijo de una obrera que ganaba a penas lo suficiente para sobrevivir. Frank habría trabajado con gusto, pero nadie ofrecía trabajo al bastardo Pricolo. Era una verdadera lastima, porque si Frank hubiera tenido el dinero suficiente, se habría ido de la ciudad y habría librado a todos del “suplicio” que era compartir la villa con el.
Frank calificaba a Ray como “genial” pero no sabia nada de su vida y no conocía ni había escuchado nada de su familia, lo único que tenia claro es que el era sensato y que parecía que había vivido por siglos.
Era un buen amigo. El mejor de todos… pero siempre cabía la incertidumbre de no saber nada de el y como Gerard decía no se podía confiar en alguien semejante.
Y ahí estaba Frank en su habitación, abrazando su guitarra con fuerza, de este modo cerraba con fuerza los ojos imaginando como seria todo si la gente no lo odiara por algo que no había echo. Siempre pensaba en eso, aunque jamás lo demostrara y era un secreto enorme que tenía una fotografía guardada en la funda de su guitarra de aquel hombre, su padre.
Linda había hablado con el hacia un par de años, esperando que la noticia le cayera como sorpresa, pero Frank no se inmuto, en el fondo siempre había sentido que el alcalde tenia la culpa de que la gente no lo quisiera. Tampoco le importo que fuera su padre. Un padre para Frank no era el que le había heredado los ojos o el color del pelo; su padre era su abuelo. Quien lo había apoyado toda su vida, el que le había enseñado todo lo que sabía y que amaba profundamente a su madre y a su abuela. Alguien que nunca lo negó.
De repente la ventana de su habitación se abrió de golpe y el viento voló lo que estaba sobre la cama: composiciones, dibujos, un par de cigarros y fotografías. Se levanto de un salto y se aproximo a la ventana para cerrarla, pero se detuvo al ver a quienes estaban en la acera de la casa de enfrente. Suspiro y se quedo atento mirando, como muchas veces antes.
Ahí estaban relucientes como siempre sus vecinas; las hermanas Lewis: Lilian y Mariella. Frank jamás había tenido contacto con ellas (salvo con Mariella, pero estaba seguro de que ella no lo recordaba de la mejor forma). Las hermanas tenían mas o menos la misma edad que el, eran hijas de un obrero que trabajaba en la misma fabrica que Linda pero que jamás le había dirigido la palabra.
Frank no sabía mucho sobre ellos, solo que las hermanas siempre estaban juntas, y que la madre de ellas se había suicidado el invierno pasado.
Siempre había tenido el secreto deseo de hablar de con ellas. ¡¿Cómo seria hablar con muchachas?! Gerard decía que lo importante no era hablar sino coger, pero Frank prefería no escuchar mucho de lo que el dijera, sus conversaciones siempre lo dejaban con un mal sabor de boca y con imágenes en la mente que difícilmente podía borrar.
Desde hacia diez años Frank quería disculparse con Mariella, por aquel incidente en la escuela. Quizás era estupido, pero seguía sintiéndose culpable y además, como decía Mikey era una buena excusa para hablarle.
Y es que Mariella le gustaba más que Lilian.
Frank suponía que si se colocaba enseguida de Mariella quedarían de la misma estatura, quizás un poco más alto el que ella. Sabía que la muchacha tenía los ojos negros y pecas en el rostro, sabía que ella sonreía más que su hermana y que detestaba su cabello rojo, por eso siempre lo traía recogido en una coleta con la que el viento jugaba deshojando como una flor un par de mechones que caían graciosamente sobre su rostro.
A Mariella no le importaba manchar sus vestidos de tierra, ya que siempre estaba en el jardín. Y es que por una extraña cuestión las hermanas solo usaban vestidos, (aunque el clima estuviera varios grados bajo cero) pero Frank lo agradecía, los vestidos facilitaban el observar aquellas formas femeninas, pero mas le gustaba ver sus piernas que eran níveas, torneadas y sensuales, cuanto le habría gustado sentir lo frescas y suaves que eran.
Algunas veces había visto a la muchacha voltear hacia su casa, justamente hacia su ventana, pero nunca había sabido porque, ya que se escondía de inmediato. Por una razón desconocida le aterraba que Mariella lo viera.
Frank sabía que Mariella no había llorado en el funeral de su madre, sabia que ella la había encontrado muerta y tenia la ligera impresión de que la muchacha hablaba sola; pero sentía, en el fondo de su alma, que esa chica tenía los labios mas placenteros del mundo y que sus cuerpos habían sido diseñados para amoldarse a la perfección.
Aun así, encontraba a Lilian más exquisita. Era más alta y delgada que su hermana, era elegante en sus movimientos y su sonrisa era graciosa. No le gustaba admitirlo, pero aquella hermana tenía algo que hacia difícil separar sus ojos de ella. Y seria malo. Muy malo.
Los ojos azules de Lilian eran profundos, el moría por saber que se sentiría el que estuvieran fijos en los suyos, cada vez que lo imaginaba una punzada en el estomago lo hacia cambiar de pensamientos. Y aunque jamás había hablado con ella, Frank sabia que era mas decidida que su hermana. Después de todo, desde la muerte de su madre ella era quien se hacia cargo de todo.
Frank gastaba sus energías observando a las hermanas, componiendo para ellas, soñando con ellas ¡Frank pasaba la mitad de su vida amándolas en secreto y sin siquiera saberlo! Pero es que aterrado hizo caso omiso de ello.
Aunque,… en esa ocasión estaban solas, su apático padre debía estar en el trabajo y la calle estaba vacía ¡nadie podría mirarlo recriminadamente! ¡Nadie podría advertirles a las hermanas que huyeran!
¡Era su oportunidad de hablarles!… después de todo, ¿Qué podía ser lo peor que ocurriera?
Tomo una fuerte bocanada de aire, cerro la ventana y se observo ante el espejo, apretó con fuerza los puños y salio de su habitación, de su casa, de su escondite.
Y salio hacia la vida.
Ojala no lo hubiera hecho.
Seguía siendo bajito y ahora estaba más demacrado que nunca. Su cabello negro en ninguna ocasión había encontrado un sitio donde fijarse, siempre estaba de un lado a otro, pero de una manera increíble encontraba la forma de dejar su rostro libre. Su piel era tan tersa y fresca, aunque no faltaban alguna que otra cicatriz, sus labios eran cerezas y los ojos avellanas siempre estaban expectantes. Su cuerpo era delgado pero seguía creciendo y sus músculos empezaban a hacerse notar. Tenía una voz masculina y una risa infantil. Sus abuelos le habían dicho un si fin de veces que era muy atractivo, el solo reía, no les creía.
No tenia marco de referencia para considerarse de una forma u otra.
Su madre le había dicho mil veces que tenia que ser fuerte y mantener la frente en alto. La dignidad era lo más importante y no se podía darles el gusto a las personas de ver que la estábamos pasando mal. Eso al muchacho no le importaba mucho, ya que hiciera lo que hiciera cuando salía de casa las miradas indiscretas siempre lo seguían. No confiaba en la gente. Solo estaba esperando el momento para irse lejos, muy lejos de villa bonita.
Mientras eso sucedía, se confinaba en su habitación y se concentraba en mundos que solo el y su guitarra conocían. Era muy bueno tocando gracias a las enseñanzas de su abuelo y era una lastima que nadie escuchara lo que componía. Era una lastima que nadie conociera aquel muchacho dispuesto a vivir una vida apasionante.
Frank solo salía de noche, cuando nadie podía verlo, le divertía pensar que era como un vampiro. Prefería la noche, porque de este modo evitaba los rumores y las miradas impertinentes.
Conocía poca gente, pero afortunadamente esa poca gente era un grupo de muchachos que pensaban que el “estaba bien”. A ellos no les importaba quien fuera o que fuera lo que la ciudad dijera al respecto, y eso, simplemente los hacia perfectos ante sus ojos. Sus amigos (si es que podía llamarlos así) eran mayores que el, tenían sus propios problemas y encontraban, al igual que el, que villa bonita era una mierda. Aunque Frank no entendía sus razones.
Robert Bryar provenía de una de las familias más adineradas de la ciudad (acérrimos amigos del alcalde Iero). Mikey Way era la persona más inteligente, determinada y tenia tantos planes para cambiar la villa que fácilmente habría sustituido perfectamente el gabinete de gobierno. Gerard, hermano de Mikey, quizás no era tan inteligente, ni tan decido como su hermano. La mitad del pueblo lo consideraba solo un vago, pero era el vago con más suerte del mundo. De una forma u otra, todo le salía bien. Y Ray Toro era la persona más talentosa que Frank había conocido jamás. Pero además de eso, Ray era sensato. No era como el resto, que se contentaban con criticar la ciudad, con hablar de a quien se habían tirado esa semana o con fumar un porro en sumisión a sus “problemas”.
Ray era como el, entendía como era la vida del hijo de una obrera que ganaba a penas lo suficiente para sobrevivir. Frank habría trabajado con gusto, pero nadie ofrecía trabajo al bastardo Pricolo. Era una verdadera lastima, porque si Frank hubiera tenido el dinero suficiente, se habría ido de la ciudad y habría librado a todos del “suplicio” que era compartir la villa con el.
Frank calificaba a Ray como “genial” pero no sabia nada de su vida y no conocía ni había escuchado nada de su familia, lo único que tenia claro es que el era sensato y que parecía que había vivido por siglos.
Era un buen amigo. El mejor de todos… pero siempre cabía la incertidumbre de no saber nada de el y como Gerard decía no se podía confiar en alguien semejante.
Y ahí estaba Frank en su habitación, abrazando su guitarra con fuerza, de este modo cerraba con fuerza los ojos imaginando como seria todo si la gente no lo odiara por algo que no había echo. Siempre pensaba en eso, aunque jamás lo demostrara y era un secreto enorme que tenía una fotografía guardada en la funda de su guitarra de aquel hombre, su padre.
Linda había hablado con el hacia un par de años, esperando que la noticia le cayera como sorpresa, pero Frank no se inmuto, en el fondo siempre había sentido que el alcalde tenia la culpa de que la gente no lo quisiera. Tampoco le importo que fuera su padre. Un padre para Frank no era el que le había heredado los ojos o el color del pelo; su padre era su abuelo. Quien lo había apoyado toda su vida, el que le había enseñado todo lo que sabía y que amaba profundamente a su madre y a su abuela. Alguien que nunca lo negó.
De repente la ventana de su habitación se abrió de golpe y el viento voló lo que estaba sobre la cama: composiciones, dibujos, un par de cigarros y fotografías. Se levanto de un salto y se aproximo a la ventana para cerrarla, pero se detuvo al ver a quienes estaban en la acera de la casa de enfrente. Suspiro y se quedo atento mirando, como muchas veces antes.
Ahí estaban relucientes como siempre sus vecinas; las hermanas Lewis: Lilian y Mariella. Frank jamás había tenido contacto con ellas (salvo con Mariella, pero estaba seguro de que ella no lo recordaba de la mejor forma). Las hermanas tenían mas o menos la misma edad que el, eran hijas de un obrero que trabajaba en la misma fabrica que Linda pero que jamás le había dirigido la palabra.
Frank no sabía mucho sobre ellos, solo que las hermanas siempre estaban juntas, y que la madre de ellas se había suicidado el invierno pasado.
Siempre había tenido el secreto deseo de hablar de con ellas. ¡¿Cómo seria hablar con muchachas?! Gerard decía que lo importante no era hablar sino coger, pero Frank prefería no escuchar mucho de lo que el dijera, sus conversaciones siempre lo dejaban con un mal sabor de boca y con imágenes en la mente que difícilmente podía borrar.
Desde hacia diez años Frank quería disculparse con Mariella, por aquel incidente en la escuela. Quizás era estupido, pero seguía sintiéndose culpable y además, como decía Mikey era una buena excusa para hablarle.
Y es que Mariella le gustaba más que Lilian.
Frank suponía que si se colocaba enseguida de Mariella quedarían de la misma estatura, quizás un poco más alto el que ella. Sabía que la muchacha tenía los ojos negros y pecas en el rostro, sabía que ella sonreía más que su hermana y que detestaba su cabello rojo, por eso siempre lo traía recogido en una coleta con la que el viento jugaba deshojando como una flor un par de mechones que caían graciosamente sobre su rostro.
A Mariella no le importaba manchar sus vestidos de tierra, ya que siempre estaba en el jardín. Y es que por una extraña cuestión las hermanas solo usaban vestidos, (aunque el clima estuviera varios grados bajo cero) pero Frank lo agradecía, los vestidos facilitaban el observar aquellas formas femeninas, pero mas le gustaba ver sus piernas que eran níveas, torneadas y sensuales, cuanto le habría gustado sentir lo frescas y suaves que eran.
Algunas veces había visto a la muchacha voltear hacia su casa, justamente hacia su ventana, pero nunca había sabido porque, ya que se escondía de inmediato. Por una razón desconocida le aterraba que Mariella lo viera.
Frank sabía que Mariella no había llorado en el funeral de su madre, sabia que ella la había encontrado muerta y tenia la ligera impresión de que la muchacha hablaba sola; pero sentía, en el fondo de su alma, que esa chica tenía los labios mas placenteros del mundo y que sus cuerpos habían sido diseñados para amoldarse a la perfección.
Aun así, encontraba a Lilian más exquisita. Era más alta y delgada que su hermana, era elegante en sus movimientos y su sonrisa era graciosa. No le gustaba admitirlo, pero aquella hermana tenía algo que hacia difícil separar sus ojos de ella. Y seria malo. Muy malo.
Los ojos azules de Lilian eran profundos, el moría por saber que se sentiría el que estuvieran fijos en los suyos, cada vez que lo imaginaba una punzada en el estomago lo hacia cambiar de pensamientos. Y aunque jamás había hablado con ella, Frank sabia que era mas decidida que su hermana. Después de todo, desde la muerte de su madre ella era quien se hacia cargo de todo.
Frank gastaba sus energías observando a las hermanas, componiendo para ellas, soñando con ellas ¡Frank pasaba la mitad de su vida amándolas en secreto y sin siquiera saberlo! Pero es que aterrado hizo caso omiso de ello.
Aunque,… en esa ocasión estaban solas, su apático padre debía estar en el trabajo y la calle estaba vacía ¡nadie podría mirarlo recriminadamente! ¡Nadie podría advertirles a las hermanas que huyeran!
¡Era su oportunidad de hablarles!… después de todo, ¿Qué podía ser lo peor que ocurriera?
Tomo una fuerte bocanada de aire, cerro la ventana y se observo ante el espejo, apretó con fuerza los puños y salio de su habitación, de su casa, de su escondite.
Y salio hacia la vida.
Ojala no lo hubiera hecho.
Re: Historias de Belleville: Arrullos de Esqueletos (Parte 1)
Hola!
yo pensé que ya había posteado esta historia!!
pero ahora me fijo que no
dios, la acabé de leer hace como una semana ya ún sueño con la escenita ultima, esta genial, solo que me quedo con la incógnica... ¿qué pasó después?
¿Qué les hizo frank a las chicas o qué le hicieron ellas a él?
que pasó?!
bueno, como sea, esperaré la respuesta, o solo me imaginaré el final, a veces es interesante soo dudar e imaginar...
muchas gracais
so long
xoxo,
A.M.E.C.
Milady- Julio Cortázar
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Re: Historias de Belleville: Arrullos de Esqueletos (Parte 1)
uuu to qiero saber cómo sigue este!
waa nadie se mete en el foro u.u'
pero qiero saber qé pasó con Frankiee!!!
waa nadie se mete en el foro u.u'
pero qiero saber qé pasó con Frankiee!!!
Adelaide.- Barón de Montesquieu
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